DIRIGENTES DE LA ONCE DESVIARON FONDOS A SUS CUENTAS PARTICULARES.
¿Sabe Zaplana qué pasa en la ONCE?
El ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, y los 63.000 afiliados a la ONCE, tienen este mes las pruebas que demuestran que algo huele muy mal en la cúpula de la Organización Nacional de Ciegos: siete importantes directivos (el presidente y vicepresidente, entre ellos) se autoadjudicaron sueldos extraordinarios durante muchos años. Y lo hicieron de la peor forma posible: desviando fondos de la ONCE a una sociedad que luego ingresaba ese dinero en la cuenta corriente de los siete ejecutivos. Uno de ellos reconoce en el reportaje de la página 58 que todo fue un montaje ideado por el vicepresidente para "ocultarlo" a la Organización. Y ahora, señor Zaplana, ¿qué va a hacer su Ministerio como miembro del Protectorado de la ONCE? ¿Pondrá en marcha una comisión de investigación o mirará para otro lado? Tenga en cuenta que a los trabajadores de la ONCE no les sienta nada bien lo que está sucediendo en su organización.
Porque, mientras muchos de ellos pasaban frío o calor en la calle para vender diariamente los cupones, su jefes se autoadjudicaban jugosas pagas extraordinarias cuando les daba la gana.
"Hemos cobrado lo que nos merecemos", se ha excusado a esta revista José María Arroyo, Presidente de la Organización.
Hace dos meses ya destapamos la inmensa mentira de la ONCE: muchos premios supermillonarios, dados por vendidos, quedaron en la Organización. ¿Qué otras pruebas necesita un ministro para intervenir? Y lo peor es que todo esto sólo es la punta del iceberg.
Carlos Salas, director.
Uno de ellos reconoce que fue un montaje del Vicepresidente Mario Loreto Sanz para ocultarlo a los 63.000 afiliados.
LA CÚPULA DE LA ONCE DESVIÓ DINERO A SUS CUENTAS.
Fudiceco. Así se llamaba la sociedad que utilizaron los dirigentes de la ONCE para desviar fondos de la Institución a sus cuentas particulares de 1994 a 2001.
Primero se pensó en desviar el dinero a través de una empresa de la Fundación ONCE. Pero esta posibilidad no convenció a la mayoría de la poderosa cúpula de la Organización de ciegos. Sobre todo a Mario Loreto Sanz, el jefe político de la ONCE (oficialmente José María Arroyo es el presidente pero, en realidad, está a sus órdenes). Estamos en 1994 y, al final, el propio Loreto es quien decide: el sueldo extra que los dirigentes de la institución han resuelto recibir de la ONCE saldrá de una sociedad interpuesta.
A partir de ese momento, los acontecimientos se precipitan. El 30 de noviembre de 1994 la sociedad Roluz Instalaciones Eléctricas pasa a llamarse Fudiceco; la dirección cambia a la calle Conde Aranda, 23, y los administradores dejan de ser Máximo Rodríguez y María Isabel Prieto. La nueva responsable es la joven abogada Pilar Puerta Barrenechea. ¿Relación con la ONCE?. En 1992 formó parte del equipo que creó Oncesalud junto a Enrique Servando, ex director general de la ONCE hasta 2000 y actual consejero delegado del grupo de empresas.
Ha sido empleada (abogada) de otras sociedades de la Organización como Minitiendas o Fundosa Eurotaxi. Y, por si fuera poco, Pilar Puerta es la esposa de Gonzalo Ortega, que cuando se crea Fudiceco era Director de Gestión Presupuestaria en la Dirección General de la ONCE y mano derecha de Enrique Servando Sánchez.
Una vez creada la empresa en noviembre, sólo un mes después, el 29 de diciembre, se producen los primeros pagos a los siete máximos responsables de la Institución:
Mario Loreto Sanz Robles, Vicepresidente primero y jefe político recibe 49.370 euros; José María Arroyo, Presidente de la ONCE, 50.960 euros; Enrique Servando Sánchez, Director General, 50.960 euros; Rafael de Lorenzo García, responsable de la Fundación ONCE, 25.480 euros; José Antonio Reyes Durán, Vicepresidente del grupo de empresas, 44.590 euros; Juan Carlos López Cid-Fuentes, Director General del grupo de empresas, 50.960 euros; y Eugenio Ferradás, Director General Adjunto, 44.590 euros. Sólo en 1994 salieron de las arcas de la ONCE 317.430 euros que acabaron en las cuentas particulares de los dirigentes de esta Organización a través de un pago único ordenado por Fudiceco.
Bajo esta líneas reproducimos los extractos bancarios de las órdenes de transferencia de quienes actualmente son los tres cargos más importantes de la ONCE:
Enrique Servando, Mario Loreto Sanz y José María Arroyo. En esos extractos se puede ver el beneficiario, el ordenante, la cantidad y la fecha. Está claro: aunque sea difícil de creer, las pruebas demuestran que la cúpula de la ONCE desvió dinero de la Institución a sus cuentas privadas.
Además, si repasamos la memoria que Fudiceco presentó al Registro Mercantil en 1994, observamos que esta empresa tenía siete empleados, que los ingresos se corresponden con los gastos de personal y que las cargas sociales, es decir, los pagos a la Seguridad Social por esos gastos sumaban 156 euros. Por supuesto, la empresa registraba unas ligeras pérdidas.
La operación, un montaje para ocultarlo a los afiliados.
Por desgracia para los 63.000 afiliados a la ONCE, no fue sólo ese año. Los pagos continuaron, aunque no en forma de un salario único al final de año, sino en cuatro pagos trimestrales (en diciembre de 1995 la Corporación Empresarial ONCE pasó a ser el único accionista de Fudiceco). Los siete beneficiarios no cobraron regularmente todos los años ni las mismas cantidades. Por ejemplo, en 1997 los recibos eran de 7.955 euros y en 1999 subieron a 11.200 euros.
En la página siguiente mostramos un ejemplo de cuál era el mecanismo de la operación: desde la transferencia de la ONCE a la cuenta bancaria de Fudiceco, hasta los listados de la cuenta de Fudiceco donde se ven los tres pagos a José María Arroyo, Enrique Servando Sánchez y Juan Carlos López. Si miramos la cuenta de resultados de Fudiceco de esos años, la situación es parecida a la de 1994: la plantilla es de tres o cuatro empleados, la facturación de la empresa se corresponde con los gastos de personal, y las cargas sociales son muy bajas para esos gastos. Sin olvidar que los beneficios que presenta la empresa, salvo un año que pierde, no superan los 102 euros.
Cuando esta revista se puso en contacto con la ONCE para conocer su versión, ésta afirmó, en un comunicado oficial, que "los pagos a directivos se efectúan, en ocasiones, desde diferentes entidades del Grupo" pero que "la Organización tiene la política de no facilitar a terceros datos individuales sobre los pagos efectuados a su personal".
José María Arroyo, el Presidente, explicó, en conversación con Capital, que "mis compañeros y yo hemos cobrado lo que pensamos que nos merecemos". Otro de los perceptores, Juan Carlos López Cid-Fuentes, admitió haber recibido dinero y señaló a Mario Loreto Sanz, el jefe político, como el máximo responsable de la idea: "Sólo en una cabeza así se puede entender esto", dijo.
Ambos aseguraron que el dinero recibido estaba declarado en Hacienda como percepción por trabajos de asesoramiento a esa sociedad, algo que es cierto. Pero el problema es que esos supuestos trabajos no existen. Así se desprende de las cuentas de la empresa (donde la facturación coincide sistemáticamente con los gastos de personal, lo que lleva a pensar que sociedad no tenía actividad) y, sobre todo, de las palabras de Cid-Fuentes. Cuando Capital le preguntó por esos trabajos, el ex director general de la Corporación Empresarial aseguró: "Bueno… eso… ya sabes…"
Ahora bien, ¿por qué razón la cúpula de la Once decidió utilizar una empresa interpuesta para recibir unos pagos extras? La respuesta es simple: para ocultarlo a la organización y que ninguno de sus 63.000 afiliados supiera lo que cobraba cada dirigente. Para los directivos de una institución social sería difícil explicar a los vendedores que pasan horas en la calle que el salario de sus jefes es demasiado elevado. No olvidemos que la Once funciona como un pequeño Estado en el que hay partidos políticos, elecciones cada cuatro años y unos afiliados que tienen que depositar su voto según la confianza que le merezca cada candidato.
Nadie tenía que saber nada. Así se lo confesó Arroyo a un amigo cuando le preguntó por Fudiceco: "No podíamos subirnos el sueldo en aquella época y se decidió hacer esto". Esta versión coincide con la que el propio Cid-Fuentes dio a Capital: "La empresa es lo de menos. Se hizo así por cuestiones políticas para que nadie supiera nada dentro de la institución". Reveladoras declaraciones que ponen al descubierto el montaje.
Y, por si fuera poco, un dato más: dirigentes de la Once dejaron de recibir estas cantidades en sus cuentas a partir de septiembre de 2001 cuando, tras el escándalo de la agencia de Gescartera (la Fundación Once estaba implicada), Fudiceco fue disuelta y liquidada.
Estos ingresos extras en las cuentas de Arroyo y Sanz han podido ayudar a la formación de un patrimonio que, sólo con una nómina de alrededor de 4.800 euros al mes, habría sido más difícil de constituir. En el número anterior de la revista ya explicamos que Loreto tenía varias casas en la urbanización Las Dunas, en Valencia, además de un lujoso piso en la calle Algabeño de Madrid.
José María Arroyo no le anda a la zaga. El presidente de la Once compró en 2000, en esta misma urbanización madrileña de Conde Orgaz, una parcela de más de 800 metros cuadrados por un valor de alrededor de 900.000 euros. Después, en pleno escándalo Gescartera, derribó la casa que había y empezó a construir una nueva de 500 metros cuadrados con piscina y jacuzzi. La obra le está costando alrededor de otros 500.000 euros. A eso hay que añadir su piso en Madrid, en la urbanización Quinta de Los Molinos y una parcela de 1.000 metros cuadrados en su pueblo natal, Melgar de Fernamental (Burgos), en una calle que han rebautizado con su nombre.
El bar El Foro, nuevo engaño a los afiliados y vendedores
Sanz y Arroyo tienen que explicar más cosas a los afiliados. Por ejemplo, el bar El Foro. Resulta curioso que, según algunos testigos, Sanz recomienda a los afiliados ir los jueves por la noche a este bar, situado en la calle San Lucas, 11, para poder prosperar dentro de la Once. Lo que seguro no saben es que ese bar es propiedad de Unidad Progresista (UP), el partido político de Sanz, y que la gestión del bar la lleva la empresa UP Hostelería. ¿Dueños de esa empresa? Mario Loreto Sanz y José Antonio Reyes, este último ex presidente de la Once, ex presidente del grupo de empresas y uno de los preceptores de Fudiceco. Es como si, por ejemplo, José María Aznar recomendara a los afiliados del PP ir a un restaurante para prosperar dentro del partido y que ese bar fuese suyo. UP Hostelería tuvo ligeras pérdidas en 2001.
Más grave aún es el hecho de que Mario Loreto Sanz haya incumplido las normas internas de la institución al conseguir un puesto de vendedor para dos sobrinos suyos, pese a que no sufren ninguna discapacidad. Según las reglas, el puesto de vendedor está reservado para minusválidos, pero gracias al jefe político de la Once, Pedro Mario Sanz Nieto vende cupones en el pueblo valenciano de Beniarjo, y Manuel Sanz Nieto cerca de Inca, en Mallorca. Incluso los vecinos de Pedro Mario en Beniarjo se sorprenden de que un vendedor de cupones juegue en el equipo de fútbol sala del pueblo y conduzca un coche sin ningún tipo de adaptación.
La misma sorpresa que causa saber que Mario Loreto Sanz no asistió a una cita con Eduardo Zaplana, ministro de Trabajo , el pasado 2 de enero porque estaba de vacaciones en Tenerife con Feliciano Monje Garijo, el responsable sindical de la Once, encargado de luchar por los intereses de los trabajadores de la institución. Lo peor es que esta situación se repite porque se han ido juntos de vacaciones al hotel Conquistador de Tenerife, días después de que los 63.000 afiliados de la Once se enteraran por esta revista de que son amigos y vecinos de veraneo en una urbanización de Valencia. Pocos creen que Monje haya puesto en aprietos a la Once en la negociación del convenio colectivo que firmaron a mediados de diciembre de 2002.
La mayoría de la familia de Arroyo trabaja en la organización
Y ésta es sólo una muestra más del nepotismo que se vive en la Once y que conoce bien Arroyo, porque él colocó a su hermana María del Carmen en la dirección general de la institución y a su cuñado José María Villa en Ibermática (participada de la Once). Además, su sobrina Ascensión Zarzosa trabaja de ordenanza en la dirección general y el marido de ésta en el departamento de mantenimiento del Consejo General. Otro sobrino del presidente y su esposa trabajan en la Once.
Pero el empleado de la Once al que más caso hace Arroyo es José Ignacio Bornaechea. Amigos desde que Arroyo empezó a trabajar en la Once en Bilbao, Bornaechea es el hombre de confianza del presidente. El ha estado en empresas como Inesmer, sociedad que le sirvió a Arroyo para ahorrarse unos euros cuando compró a través de esta empresa el ático donde vive en Madrid, en la urbanización Quinta de Los Molinos.
Pues bien, para que en su pueblo natal, Melgar de Fernamental, reconocieran a Arroyo como un gran empresario, la Fundación Once,. de la que Arroyo es presidente, empezó a invertir en empresas de la zona, Así, participa con un 35% en la empresa Desarrollo Ganadero Porcino y con un 20% en Híbridos Avícolas, ambas dedicadas a la explotación de cerdos y pollos. Lo curioso es que, al mismo tiempo que la Fundación Once invertía en Híbridos Avícolas, Arroyo compraba un 10% de esta empresa a través de la sociedad Boyg, S.L., cuyo administrador único es José Ignacio Bornaechea.
Incumplimiento de las normas internas, nepotismo… y, por si fuera poco, desvío de dinero a cuentas particulares.
Fdo.: Carlos Ribagorda*
José María Arroyo Zarzosa. Presidente de la ONCE
"Hemos cobrado lo pensamos que nos merecemos"
Capital:
Señor Arroyo, ¿es cierto que cobro desde 1994 hasta 2001 unas cantidades extras, fuera de nómina, de la sociedad Fudiceco, S.L. en su cuenta privada de La Caixa?
Arroyo:
No tengo nada que decir sobre eso. Ni lo niego ni lo desmiento. Los honorarios que mis compañeros y yo recibimos, salvo error mío, están declarados.
Capital:
Eso es cierto. Pero lo que nos sorprende es que se haga a través de otra sociedad. Es decir, de la ONCE salen unos fondos para Fudiceco y de ahí a sus cuentas corrientes. Lo normal sería recibirlo en nómina.
Arroyo:
Depende. A veces se recibe vía Consejo de Administración, hay veces que se recibe de otra manera. Depende de la ética de cada uno y, sobre todo, de la distribución del trabajo.
Capital:
Pero, ¿Por qué se hacía a través de una sociedad? ¿Para ocultarlo?
Arroyo:
La gente en la ONCE sabe quiénes son sus dirigentes y, en ese sentido, se publique lo que se publique, estamos tranquilos.
Capital:
Pero a los trabajadores no les va a hacer mucha gracia que esto se sepa. ¿Ellos estaban al corriente de estos sobresueldos?
Arroyo:
Quien tiene que saberlo, lo sabe.
Capital:
¿Cómo cree que reaccionarán los trabajadores?
Arroyo:
No lo sé. Eso habría que preguntárselo a ellos. Pero yo no permanecería ni un minuto más si los trabajadores de la ONCE no estuvieran conformes con sus directivos, y eso lo comprobamos cada cuatro años que hay elecciones y cada vez que visitamos un centro.
Capital:
De todas formas no es muy normal que la cúpula de la ONCE cobre sobresueldos y, en concreto, que usted recibiera alrededor de 50.000 euros en 1994.
Arroyo:
Nosotros planteamos las remuneraciones que pensamos nos merecemos. En cualquier caso, me parece que habéis emprendido una campaña contra la ONCE que perjudica a la Institución y por eso os hemos puesto una demanda.
Capital:
La revista siempre les llamó para contrastar la información.
Arroyo:
Nosotros hablamos con ustedes cuando publicaron la primera información, no hubo acuerdo y… ya verás la demanda.
C.S.
Juan Carlos López-Cid Fuentes Consejero delegado de la Corporación Empresarial de la Once hasta 2000
"Claro que cobré. Todo fue idea de Mario Loreto Sanz para que nadie se enterara dentro de la institución"
Capital:
Señor Cid-Fuentes, según hemos podido saber, la cúpula de la Once ha recibido desde 1994 una serie de transferencias de fondos a sus cuentas privadas de la Sociedad Fudiceco, S.L., situada en la calle Conde de Aranda, 23, cuya administradora es Pilar Puerta Barrenechea ¿La conoce?
Cid-Fuentes:
Sí claro, es una abogada. Lo que no me suena es Fudiceco, porque creo que cambió de nombre o algo así, Pero vamos, que me imagino lo que es. Es una información que encaja.
Capital:
Esta sociedad tenía una cuenta en el Banco Santander y desde ahí, salían pagos a las cuentas de José María Arroyo, Mario Loreto Sanz, Enrique Servando Sánchez, Rafael de Lorenzo, Eugenio Ferradás, José Antonio Reyes Durán y también usted, Juan Carlos López Cid-Fuentes.
Cid-Fuentes:
Pues, chico, si lo tienes, lo tienes. No tengo ningún problema en reconocerlo: yo era perceptor.
Capital:
Pero, ¿qué es esto exactamente?
Cid-Fuentes:
Pues qué va a ser… Retribuciones, hombre. Está más claro que el agua.
Capital:
Retribuciones extras, que se declaraban a Hacienda y que se hacían constar como trabajos de asesoría para esta sociedad, Fudiceco, y que, en realidad, esos informes no existían.
Cid-Fuentes:
Bueno, chico… eso… Ya sabes… En fin…
Capital:
Ya, ya. ¿Por qué se hacía a través de una sociedad interpuesta?
Cid-Fuentes:
Olvídate de la sociedad. La sociedad es cero. Se hacía por una cuestión de discreción interna, no le des más vueltas. Para entenderlo tienes que ver a la Once en clave política. A mí me da igual recibir eso en nómina que a través de ahí. Me da igual. ¿Cómo concebir eso? Pues sólo desde un punto de vista político. De todas formas, yo acepto lo mío, pero hay unos titulares que reciben un dinero porque alguien lo ha autorizado, ¿no?
Capital:
¿Se refiere a José María Arroyo, presidente de la Once?
Cid-Fuentes:
No, me refiero al jefe político. Hay alguien que manda más que Arroyo en la Once. Me imagino que eso lo sabes.
Capital:
Mario Loreto Sanz, el vicepresidente primero y el jefe del partido político, Unidad Progresista (UP).
Cid-Fuentes:
Claro. Sólo desde una cabeza así se podría pensar en algo como esto. Yo soy más bruto. Si lo hubiera hecho yo, lo pongo en nómina y ya está. A mí me da igual que lo sepa el Director de Contabilidad o quien sea. No es un tema decidido por mí ni elegido por mí. Pero se hizo así y así está hecho. Son cosas políticas.
J.M.Z.